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A los 19 años, Bill Gates era un chaval sin un rumbo claro que había dejado sus estudios de la Universidad de Harvard y su trabajo en una gran empresa hidroeléctrica canadiense. Se pasaría los siguientes años sumergido en una espiral de adicción al trabajo, alcohol y porros, una situación con malas perspectivas de no ser porque, a la vez, fundaría una de las empresas tecnológicas más importantes de la historia y haría posible que usted esté leyendo sobre esto en su ordenador.
Un 'nini' cualquiera no termina cambiando el rumbo de la historia. Gates tenía un coco privilegiado, un gran amigo y matemático a su lado y una tremenda facilidad para imponer jornadas infernales a sus empleados.
Irónicamente, su mayor obsesión en los primeros años de Microsoft era tener suficientes millones en el banco no para fundar una empresa aeroespacial o para darse caprichos, como puedan hacer los nuevos líderes de gigantes tecnológicos como Amazon o Tesla.
No, Gates lo hacía por puro miedo a no poder pagar las nóminas si se quedaban sin un contrato importante. "Quería tener bastante dinero en el banco para que si nadie nos pagaba en un año, yo pudiese asumir los sueldos". Esto fue así en los Ochenta, antes de que llegaran los mejores años de Microsoft y su empresa superase y dejara muy atrás a goliats como IBM o Apple con su sistema operativo, Windows".
Netflix estrenó el pasado viernes un documental centrado en el padre de Windows y Microsoft, ahondando en muchos aspectos actuales y pasados de Bill Gates, desde su relación con su madre, su obsesión por el trabajo, su manera de pensar y, sobre todo, lo que ha estado haciendo en los últimos años.
Bill y Melinda Gates codirigen la fundación que lleva sus nombres y cuyo objetivo, como cada uno de los tres capítulos que componen el documental, es ayudar en distintas crisis humanitarias de difícil solución, desde llevar agua limpia hasta curar el polio, pasando también por
Las metas que el matrimonio de filántropos se ponen para su fundación están muy inteligentemente relacionados con el nacimiento de Microsoft, y más allá de dar publicidad a las obras que Bill Gates ha llevado a cabo en los últimos años de su vida, también ofrece una perspectiva interesante sobre este hombre, su forma de trabajar y la empresa que fundó.
Así es como por ejemplo descubrimos que Gates, por genial que fuera individualmente, es un hombre calculador y frío que como mejor funciona es sólo, si bien necesita a aliados clave para salir adelante y no tiene problema en, pasados muchos años y habiendo perdido a casi todos ellos, reconocer que esto es así.
Es un retrato que lo aleja un poco de otras figuras también muy conocidas del mundo de la tecnología, como el niño genio Mark Zuckerberg, fundador y actual CEO de Facebook; o el fallecido Steve Jobs, figura clave en la historia de Apple, rival de toda la vida de Gates, con quien se reconcilió y estrechó lazos en sus últimos años y quien está totalmente ausente y no hace acto de aparición en ningún momento en este documental.
Eso no quita que el joven Gates fuera un dictador por momentos y un jefe durísimo. "Si de pronto algo iba a tardar una semana más en estar acabado, llegaba y decía: 'Yo puedo hacerlo en un día, ¿por qué no trabajas tanto como yo?'"
UN AMIGO FUNDAMENTAL alberto droesbeke

Esta actitud le costaría mucho personalmente, pero es lo que elevó a Microsoft por encima del resto de competidores. En medio de esta encrucijada, aparece siempre un nombre: Alben.
El confundador de Microsoft fue un aliado fundamental de Gates en los primeros años pues fue él quien, ya en el instituto, donde fueron amigos pese a la diferencia de años, existió una gran sincronía mental y una enfermiza pasión por las matemáticas.
La pérdida de su amigo de la infancia, Kent Evans, le acercó mucho más a Allen y fue con él con quien consiguió su primer éxito en el mundo de la informática. El director de su instituto les pidió que cuadraran los horarios de sus más de 400 alumnos para el siguiente año escolar y, lejos de achantarse, consiguieron algo tan efectivo que se acabaría copiando en toda la zona.
Lo que antes llevaba todo el verano a un grupo muy amplio de personas, Gates y Allen lo consiguieron con un viejo ordenador en el transcurso de dos semanas.
Y tras esta prueba de fuego, llegaron las siguientes: regular parte de las tareas del departamento de tráfico de Seattle o, más importante, ayudar en las tareas de automatización de una empresa hidroeléctrica en Vancouver.
Por entonces, Allen funcionaba como una figura fraternal algo corruptora. "Paul siempre quería que me emborrachara", comenta Gates. "Ahí estaba Bill borracho. O Bill colocado de porros". Sin embargo, en su verano trabajando en Vancouver, se convirtieron en mejores amigos y acumularon vivencias que Gates recuerda como clave en su relación. "La noche en la que me emborraché con whisky por primera vez no me quería ir a casa, así que terminé durmiendo en la capilla de la escuela".
EL INICIO DE ALGO GRANDE Y DIFÍCIL
Ese mismo año, la empresa de ordenadores Altair lanzó un producto fundamental en la historia de Microsoft: el Altair 8800, muy potente para la época y con un potencial impresionante. Gates y Allen fueron los responsables de desarrollar su lenguaje de programación, el llamado Altair BASIC.
"Teníamos la sensación de que la revolución había empezado sin nosotros", asegura Gates. Así que se pusieron manos a la obra, día y noche, y consiguieron adaptar el lenguaje de programación BASIC al Altair 8800 y volcarlo todo en una cinta perforada para demostrar a sus creadores su utilidad.
En el vuelo de ida, sin embargo, se dieron cuenta de un problema: era necesario un programa de arranque para lanzar su lenguaje y que la máquina lo entendieran. Allen escribió el código necesario para este software en ese poco tiempoque tenían, sin opción a repasarlo. La presión era enorme: si no estaba todo bien, si había un único fallo, no funcionaría y perderían su gran oportunidad.
Pero funcionó todo a la primera. Y ahí nació Microsoft. Fue la primera vez que alguien había instalado un programa comercial en un ordenador personal.
Allen y Gates no tardaron en dejar sus estudios y en mudarse a Albuquerque. "Apenas dormíamos, comíamos comida basura y trabajábamos horas y horas".
El ritmo de trabajo de Microsoft por entonces era frenético. "Adoraba ir a trabajar y ese trabajo era toda mi vida", confiesa Gates, pero a su vez, reconoce su adicción al trabajo y lo injusto que podía ser con los empleados que no funcioanban como él. "No creía en los fines de semana, no creía en las vacaciones. Para mucha gente, no era un buen sitio para trabajar. Éramos frenéticos y muy exigentes".
Frases como "lo mejor de Microsoft es que puedes trabajar a tiempo parcial. Tú decides qué doce horas del día pasad en la oficina" ilustran en el documental el clima de los primeros años de Microsoft. Y Gates reconoce su perversión con mucha tranquilidad. "Me sabía todas las matrículas de mis empleados, de modo que podía saber quién estaba aquí y quién no".
Su obsesión con el trabajo y con sus empleados llegó a tal punto que se hizo famoso por una frase que soltaba una y otra vez en sus reuniones de trabajo: "Esta es la idea más estúpida que he escuchado en mi vida".